Posted by : DURI 25 jun 2018


Tres generaciones con amor y humor

Cuando nacemos y somos niños, la alegría es algo tan natural como el aire que respiramos. Empieza a desaparecer en la adolescencia, la transición al estado adulto. Y cuando vamos creciendo los disgustos, problemas, frustraciones y desengaños terminan de arruinarla.

Para recuperar la alegría de vivir tenemos que volver un poco a ser niños, perder nuestra soberbia de que todo lo sabemos (y además no es cierto) y volver a creer que lo imposible puede ser posible.

Afirma el Tao Te King, un libro chino lleno de sabiduría:

Es el niño quien percibe el secreto primordial de la naturaleza y es al niño que hay en nosotros a quien regresamos. El niño interior es lo bastante simple y osado como para vivir el secreto

¿Y por qué tengo que estar alegre?

Somos libres, así que cada cual puede elegir vivir alegre o amargado. Pero una vida llena de preocupaciones y amargores no es vida.

Hay ocasiones en las que es muy difícil estar alegre, como tras el fallecimiento de un ser querido, una grave enfermedad de una persona que amamos, o una reciente ruptura sentimental. En este caso hay que dejar pasar el tiempo, sin derrumbarnos nunca.

Las personas mueren, envejecen y enferman; el dinero no te llega para nada; estás trabajando todo el día y no prosperas; la gente es mala y traidora; al final te aburres de todo; el mundo es una mierda y la vida también.

Esto como lo de la botella. Una botella llena a la mitad, el optimista la ve medio llena y el pesimista la ve medio vacía. Esa es la gran diferencia.

Debemos hacer un esfuerzo por ver la botella medio llena, por ser optimistas.

Es cierto que la vida es muerte, vejez y enfermedad. Pero sin muerte no habría vida, ya no cabríamos en nuestro bello planeta Tierra. Vivimos gracias a que otros han muerto. Y todo lo que tenemos, relaciones humanas, lenguaje, cultura, a ellos se lo debemos.

Envejecer y morir no es algo feo, cutre, terrorífico, sino que es el proceso natural de la vida. Si lo aceptamos, sabremos adaptarnos y no sufrir. La sociedad actual nos intenta vender el cuento de que siempre hay que ser joven y de que la muerte es algo excepcional. Sí, es fundamental tener mentalidad joven, pero es absurdo pretender que siempre vamos a ser jóvenes biológicamente.

La muerte no es una película de terror, sino algo consustancial a la vida. Debemos mentalizarnos de ello. Lo que es cierto es que no sabemos cuando vamos a morir, pero es seguro que moriremos, pues el hombre es el único animal que sabe que va a morir. Esto lo vemos como algo negativo, pero es todo lo contrario. Vive cada día como si fuera el último. No pongas caras largas, no te cabrees por el trabajo, relájate, tomate una pequeña vacación y di a las personas que quieres lo valiosas que son para ti. Hay una gran probabilidad de que mañana no mueras, pero ésta no es del 100%. Pensar en la muerte, es vivir mejor.

Algunas frases sobre la muerte:

Es una tontería y un error llorar a los hombres que han muerto. En su lugar, deberíamos agradecer a Dios que ellos hayan vivido (George Smith Patton)
La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es, y cuando la muerte es, nosotros no somos (Antonio Machado)
Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada produce una dulce muerte (Leonardo da Vinci)
Conviene vivir pensando que se ha de morir; la muerte siempre es buena; parece mala a veces porque es malo a veces el que muere (Francisco de Quevedo)

¿Y la enfermedad? Es horrible estar enfermo. Pero no te quejes. Has nacido en una época en la que los avances sanitarios y científicos han reducido drasticamente la enfermedad y prolongado la vida y la calidad de vida. ¿Sabes que en 1900 la esperanza de vida (edad media de muerte) en España era de 35 años? Si te parece poco, por entonces en China y en la India no llegaba a 25 años. En la Edad Media, el 85 % de los niños no llegaba a la adolescencia. Y actualmente es muy desigual según donde vivas. En África es altísima en la actualidad.

El dinero no te llega para nada y ves que trabajas todo el día para no prosperar. En primer lugar, el dinero es importantísimo en la vida, pero no es todo. Las cosas más valiosas no se compran con dinero, como el amor de tu pareja, el cariño de tus familiares y amigos, la belleza de un paisaje natural o ese momento mágico que te dan. Si esto ha costado dinero es que no es auténtico y por tanto no tiene valor.

Estar agobiado por el trabajo y las deudas es horrible. Pero debemos analizar que estamos haciendo mal. No por más trabajar se van a conseguir las cosas, sino por hacerlo bien. Debemos mirar dentro de nosotros y reflexionar si todo lo estamos haciendo para prosperar o simplemente por inercia. El burro que da vueltas en una noria es un gran trabajador, pero nunca conseguirá nada.

Si no te queda más remedio que seguir trabajando en un trabajo que odias, intenta al menos darlo la vuelta. Mira sus cosas positivas, que alguna tendrá. Tu trabajo de cajera de supermercado es horrible, pero también tratas con gente y estás adquiriendo conocimientos del consumo y del mercado. Tu trabajo en la sanidad o con personas mayores es horrible, pero estás haciendo una gran labor social que merece reconocimiento. Tu trabajo en la ingeniería o en la gestión económica es estresante, pero cuantos se cambiarían por ti. Tu trabajo como teleoperador es horroroso, pero de vez en cuando algún cliente suelta una tontería y te terminas riendo. Tu trabajo como docente es frustrante, pero de vez en cuando siente orgullo por algún alumno, lo que hace devolverte el orgullo a ti mismo.

Piensas que la gente es mala y que al final todo el mundo te termina decepcionando. Perdóname, pero no es nada cierto. Te impresionan los crímenes, las violaciones y todas las degeneraciones que lees en la prensa, pero no te impresiona que el 99,99% de la gente trabaje, sacando el país adelante, creando riqueza, curando a las personas, criando a los niños, cuidando a los ancianos, enseñando a los jóvenes y haciendo que este mundo sea mejor.

Al final todo el mundo te termina decepcionando. ¿Y tú no terminas también decepcionando? Errar es humano, no somos perfectos y cometemos errores. Mentalízate de ello. Disfruta de las personas, no hay nada que no cure el perdón y el reconocer los errores.

Al final nada de la vida te agrada. Pues ponte a solucionar el problema ya. Todo el mundo tiene que tener aficiones e ilusiones. Hay multitud de cosas que merecen la pena practicar: hacer deporte, estudiar y aprender, tener un hobby, tocar un instrumento musical, pintar, pescar, hacer manualidades, leer libros interesantes, cocinar platos deliciosos. El límite lo pones tú. Si te aburres es porque quieres. Si no tienes afición, búscala. Te ayudará a recuperar la alegría de vivir.


La vida es hermosa, disfrútala

La vida es hermosa, tienes muchas razones para estar alegre. Si estás triste porque una persona querida nos abandonó, si perdiste el amor de tu pareja, si los hijos se han hecho mayores y ya no puedes disfrutar de su niñez, si ya no puedes dusfrutar de esas noches de fiesta interminables, piensa que lo que has vivido ya nadie te lo podrá quitar.

El primer paso para recuperar la alegría de vivir es darte cuenta de lo bueno y bello de la vida, como te hemos explicado. Es tu primer paso para llegar a ser alguien importante.

Pero esto sólo no basta, también hay que saber disfrutar la vida, buscando las pequeñas cosas que te hacen feliz cada día.

Y hay cosas que van a intentar que esto se arruine, como el estrés o las personas negativas y tóxicas. Serán aspectos que debemos neutralizar.

Y a todo esto ayudará el humor.

Por hoy sonríe, haz un esfuerzo, aunque no tengas ganas. Y pienso que la vida tiene más cosas buenas que malas.

La vida es una obra teatral que no importa cuánto haya durado, sino lo bien que haya sido representada (Séneca)
Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: ¡vivir! (Robert Louis Stevenson)
La alegría cuanto más se gasta, más queda (Ralph Waldo Emerson)
La vida no se juzga por el tiempo, sino por los recuerdos de los momentos especiales que vivimos (Leonid S. Sukhorukov)



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